Sentía mi boca llena, la abría y me sacaba una aguja, y sobre la misma, dos, tres, cuatro, tenia miedo de tragármelas, ya las sentía en la garganta. Una a una las sacaba, salían mas y mas y mas, pero no perdía la cordura, me mantenía tranquila pese a que la situación era impactante y delicada, sabia que si me tragaba al menos una d ellas mi salud iba a ir mal.
En mi afán de liberarme de ellas comenzaba a lanzarlas al suelo y veía que que en el suelo estaba un gatito pequeño, era mi gatito bebé, el terror me paralizó al ver que el pequeño comenzaba a jugar con las agujas, comencé rápidamente a tratar de recoger las agujas para que estas no le hicieran daño.