Noche cerrada. El camino de tierra pedregosa, avanzo sin sentido de la orientación espero que alguien me ayude, espero un bus, pasa de pronto y no para, sigue su trayecto. Me siento desesperada sigo caminando, a orillas de la calle se adivina un barranco, un hombre aparece, un hombre extraño, de aspecto hosco o quizás tímido, se queda cerca mio y se queda detrás, me hace sentir segura con su compañía y a la vez temor por lo desconocido. Sigo avanzando, sin avanzar. El hombre se detiene y me mira, aparece a orilla del camino una especie de mausoleo que a la vez es parecido a los puestos de pescados y mariscos del puerto, el los limpia y yo lo miro, lo espero. Pasa otro bus.
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